martes, 13 de octubre de 2015

MIEDO A VOLAR

El miedo a volar es muy común pero no me estoy refiriendo a volar en aviones ni en aparatos mecanizados, no, me refiero al miedo de hacer volar la mente y atreverse a tratar a la vida de tú a tú. Ayer vi por TV una serie que trataba de eso precisamente, de como muchos padres condicionan a los hijos de una manera enfermiza incluso algo diabólica. La manipulación, ya sea voluntaria o involuntaria, consciente o inconsciente, no deja de ser una manifestación de las enormes frustraciones de los padres hacia los hijos. Este es el típico caso de los niños que juegan al fútbol y los padres desde las gradas comportándose como verdaderos energúmenos gritando como si les fuera la vida en ello. Y luego en casa vuelcan su soez verborrea contra sus hijos, porque ese día no han jugado bien y han perdido el partido. Suelen ser padres que se sienten frustrados porque ellos jamás llegaron a nada en el fútbol, ni siquiera lo intentaron ¿Tan difícil sería animar, alentar y motivar a los niños? Después está el típico caso del chico que se ve obligado a estudiar derecho o medicina o pastelero o lo que sea, porque el padre lo es y el abuelo y el bisabuelo también lo fueron. Posiblemente ese padre no supo decir que no en su momento, asumió su destino y ahora le revienta que su hijo haya dicho que no quiere seguir la estirpe familiar. Ejemplos hay muchos y tantas personas que caen en la trampa de manipular a los hijos de la forma que sea: en mayor o menor medida. Son personas que se autootorgan el derecho a manejar libremente la vida de los demás. Pero la única realidad es que nadie tiene potestad sobre nadie. Los hijos no son propiedad de los padres. El Universo utiliza a los padres para traer niños al mundo y continuar así con el cometido universal. Cada vez que unos padres utilizan a un hijo para rehogar sus frustraciones éstos están, no solamente fracasando como padres y como personas sino, perpetuando una nueva vida de frustración y renuncia.

Padres ¡Dejen volar a sus hijos que no es para tanto!

La libertad de unos empieza donde acaba la de los otros.





Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281

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