miércoles, 30 de diciembre de 2015

UN NIÑO HERIDO

Cuando los sueños se convierten en tu mayor aliado y además te haces consciente de ello, algo grande se ha produce en ti. Hace un tiempo vino a mi consulta una persona que había tenido un sueño cuyas escenas eran dignas de una película de terror y ciencia ficción a la vez. No me entretendré esta vez en relataros el sueño, ya que alguien podría pensar que a esa persona se le ha ido la olla. Y nada más lejos. En estos sueños suele haber una carga muy fuerte de sabiduría y es que a veces saber mucho da miedo. Tras analizar el sueño con grandes dificultades observamos que toda la rabia acumulada en la persona proviene de algo tan "insignificante" como lo de oír tantas y tantas veces la orden de -niño, cállate-, o -no digas eso-, o -los niños no se meten en las conversaciones de los mayores-. Y tantas consignas relacionadas con el infranqueable muro que divide el reino de "Adultonia" con la república de "Infantilandia". Ambos mundos son reales pero con realidades muy diferentes y en ocasiones opuestas. Cada uno tiene unas consignas muy claras, una cultura muy bien definida incluso unas leyes que cada individuo conoce inconscientemente, pero cuando ambos mundos se cruzan en una intersección se pueden producir conflictos imprevisibles.

El lenguaje de los niños es diferente que el de los adultos. No he dicho nada que no sepa nadie. Sin embargo, lo que el adulto a veces no consigue completar es su compatibilidad con los niños. Me encuentro casos de padres que tratan a sus hijos como incapaces, como molestias o como ingenuos pero también como todo lo contrario, como adultos. Sí, habéis oído bien, padres que tratan a sus hijos como adultos. Y nos vamos de un extremo a otro. Un niño puede acumular y contener una rabia y una agresividad escondida durante toda su vida y eso tiene unas consecuencias futuras.

El atardecer de la vida es el momento idóneo para empezar a hacer la limpieza en el baúl que guardamos en aquella zona sombreada de nuestra mente. Algo sucede en la persona que, el recogimiento provoca que todos los fantasmas, monstruos y bestias del inconsciente se liberen y se sanen. Entonces, como decía el Dr. Wayne Dyer, "lo que en la mañana era verdad en la tarde ya no lo es". El niño que siempre has sido te ha acompañado toda la vida y seguirá ahí, dolido hasta que le prestes atención.


Los niños son el espejo de los padres,
con sus frustraciones y su luz,
con sus capacidades e incapacidades.
Todo.

IGC




Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281
e-mail: ildegarciachica@gmail.com
web: http://www.ildegaryang.wix.co,/psico-transpersonal
Blog: http://lamiradadelalechuza.blogspot.com.es

lunes, 21 de diciembre de 2015

JUSTICIA O INJUSTICIA

A veces la vida es incomprensible. Hay muchos episodios que hace que la vida sea muy difícil de comprender y de aceptar, sobre todo lo que va contra natura: no se comprende la muerte de un niño pero sí la de un anciano. Lo segundo es ley de vida mientras que lo primero va contra natura. Sin embargo la vida nos pone en escenarios muy diversos y contradictorios y la consecuencia es echarle la culpa a Dios o a la vida misma. Todo parece volverse en nuestra contra y se adivina una conspiración del Universo o un mal de ojo. Respuestas pueden haber muchas, pero a pesar de que es muy difícil aceptar cosas muy graves, como el fallecimiento de una persona joven, la única salida a la espiral de negatividad es la aceptación de las situaciones. Pero para que haya una aceptación tiene que haber una comprensión y si me niego a comprender por qué ha sucedido tal hecho, que considero traumático, difícilmente lo podré aceptar. Los riesgos que conlleva la NO aceptación son muchos, pero el más grave es que la persona entra en una espiral profunda de introspección depresiva de la que luego resulta difícil salir.

¿Quién no se ha preguntado alguna vez? Si Dios es tan bueno, bondadoso y todopoderoso ¿Por qué permite que haya guerras, hambre y sufrimiento en el mundo? A veces no estaría mal que Dios diera un "Golpe de Estado" en la Tierra y acabara con el sistema de tiranía global pero mucho me temo que esto no funciona así. Hace unos días pasé cerca de un colegio de Educación Infantil (los más pequeñitos) y un niño llevaba en sus manos una espada de plástico. El niño le dio un golpe en la cabeza a otro niño con la espada de juguete y, mientras el niño agresor se reía con esa inocencia picarona, el niño agredido se puso a llorar desconsoladamente. Una docente se acercó al niño agredido y se lo llevó para consolarlo, mientras que el niño agresor fue conducido con cariño y amabilidad por otro docente a otro lugar del patio. El niño agredido lloraba como si no hubiera un mañana. Su emocionalidad brotaba por todo su cuerpo. Lloraba como si su mundo se estuviera desmoronando. Y los docentes no pararon esa agresión, dejaron que la vida continuase no hubo castigo para el agresor ¿En qué cabeza cabe castigar a un niño de 4 años que le da un golpe a otro con una espada de plástico? A veces pienso que Dios es como la directora de una escuela de Infantil, que tiene a sus ángeles que son los docentes, para cuidar y consolar a la humanidad que son los niños de la escuela, pero no para evitar las agresiones.

A veces los problemas son tan grandes como los queramos ver. No voy a juzgar si el fallecimiento de un ser querido (sobre todo joven), si la separación y ruptura del amor de una pareja, si el despido de un trabajo cuando tienes 55 años o cosas así tienen un peso emocional alto o muy alto; pero cuando un niño llora tan desconsoladamente y decimos "son cosas de niños", estaría bien pensar que sus sentimientos están al mismo nivel de dolor emocional que cuando un adulto pasa por un hecho traumático.



Si crees que tus problemas son grandes
Sube a lo alto de aquella montaña
Y desde allí los verás de su verdadero tamaño

Dicho cheroki


Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281
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miércoles, 16 de diciembre de 2015

LA BÚSQUEDA DE MI VERDAD

Un viejo cuento indio dice: había una vez un pastor que, tras unos asuntos en la ciudad, regresaba andando a casa cuando escuchó un gemido de tristeza. Se acercó y vio un cachorro de león llorando. Estaba solo y perdido. El pastor lo cogió y se lo llevó para la granja y lo dejó en los establos donde se alojaban los burros. Éstos, al ver al cachorro de león se extrañaron y lo miraron recelosos y con poca confianza. Día a día, el león observaba a sus nuevos compañeros con interés: cómo jugaban entre ellos, cómo comían la hierba, cómo rebuznaban y cómo tiraban de una noria de agua que sacaba el agua de un pozo. Poco a poco el león fue cogiendo confianza con los burros incluso éstos jugaban con él. El león era feliz con los burros, tanto que empezó a imitarlos y a hacer las cosas que ellos hacían. Así empezó a comer hierba del prado. Al principio le resultaba desagradable pero luego se la comía sin problemas. También empezó a emitir rebuznos, ya que le resultaba divertido ese sonido tan peculiar que los burros hacían. Los demás se divertían mucho viendo como el pequeño león comía hierba y rebuznaba. Era tan feliz con su nueva familia que incluso los acompañaba a los establos y luego se dormía sobre sus panzas. Un día se encontraban él y los burros en la orilla de un río bebiendo agua, cuando de repente se percataron de que algo se movía entre los matorrales. Saltaron dos grandes leones rugiendo ferozmente y los burros, en un acto reflejo, echaron a correr velozmente, pero el pequeño león se vio acorralado por las dos feroces bestias que enseñaban sus afilados colmillos. El pequeño león temblaba de miedo cuando uno de los leones le dijo: -¿Se puede saber por qué tienes miedo?- a lo que el pequeño león le respondió: -Porque me vais a matar-. Los dos leones se miraron extrañados y el otro le dijo: -¿Y por qué íbamos a hacer eso? Nosotros no matamos a los de nuestra especie, nos comemos a los demás-. El pequeño león, desconcertado, les preguntó: -No entiendo ¿de la misma especie? ¿Qué queréis decir?- Entonces uno de ellos le dijo: -Has estado tanto tiempo con los burros que ya ni te reconoces. Ven, mírate en el agua-. El pequeño león se asomó a la orilla junto al león grande y, al observar que eran iguales solo que más pequeño, se quedó muy confundido. -Quizás necesites averiguar quién eres en realidad- le dijo el otro león. Los leones grandes se marcharon y el pequeño león se quedó allí viendo su imagen reflejada en el agua del río, meditando.

Supongo que todos, en algún momento, nos hemos preguntado quiénes somos en realidad. Seguramente nos pasamos la vida haciendo cosas que no nos corresponden, cosas que no nos gustan, cosas que no elegiríamos nunca y al final nos convertimos en algo nuevo, en algo que no se corresponde a la Naturaleza de nuestra alma. Entonces enfermamos y empezaremos a preguntarnos ¿por qué estoy enfermo? Y al no recibir respuesta nos frustramos y entramos en un estado de crisis. Aunque a veces lo llamemos crisis de los cuarenta.


El único propósito de toda persona es
conquistarse a sí misma

IGC


Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
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EL MAR EN SUEÑOS

El mar siempre ha sido una gran inspiración para poetas, pintores y otros artistas. Pero el mar guarda muchos secretos y no me refiero a las profundidades marinas. El mar simboliza todo el mundo emocional de la persona, de hecho todo lo inconsciente, lo que no se ve, lo desconocido. Tan desconocido es el mar como el inconsciente. En la antigüedad las mitologías designaban a un dios del mar que tenía connotaciones emocionales muy fuertes, tanto para lo bueno como para lo malo. En Grecia, Poseidón tenía un carácter temperamental, pasional y casi siempre poco razonable. Su enfado era motivo de temibles tormentas marítimas con grandes olas que llegaban a hundir los barcos, que en ese momento navegaban por sus aguas. Cuando Poseidón se encontraba de buen humor y positivo era motivo de una gran creatividad y receptividad increíble.

En los sueños, los mares y océanos representa siempre nuestro mundo inconsciente, ese gran desconocido. Vernos solos en aquella "nada" inmensa de agua nos puede llevar a experimentar la gran soledad que sentimos en un momento de nuestra vida, aunque estemos rodeados de gente. La gran tormenta con enormes olas representa una agitación descomunal en nuestro interior: puede que estemos pasando por una época de tormento personal, a veces sentimental, a veces familiar y otras debido a graves problemas laborales. Las graciosas olas de la playa representan las oportunidades. Nuestro inconsciente nos guía hacia las muy deseadas oportunidades que siempre añoramos, pero casi nunca vemos a pesar de tenerlas delante. Una ola y otra y otra, son tantas oportunidades que aparecen y desaparecen.

Tanto el mar como el inconsciente son aspectos tan grandiosos, que la pequeñez que experimentamos haría que el ego se bajara de la poltrona, porque para el ego el mar solo es agua y nada más pero para el corazón el mar es TODO.


Las oportunidades que dejamos escapar
las aprovecha otro,
nada se pierde en la vida.

IGC



Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281

lunes, 14 de diciembre de 2015

CAMBIAR ES MEJORAR

Cambiar no es fácil, dicen muchos. A mis años ya no voy a cambiar, dicen otros. A mi no me vas a cambiar, añaden otros. Cambiar es muy necesario ya que el cambio es la única verdad en el Universo y, por supuesto, en la naturaleza ya que todo cambia constantemente. Nos cuesta cambiar porque nos aferramos con insistencia a nuestras estructuras mentales sin saber en el fondo por qué. Cuando el ego se apodera de nuestro ser los cambios pueden esperar sentados, ya que el ego no te va a permitir que lo derroques de su poltrona. Pero cuando nos hacemos conscientes de que el cambio nos lleva a una sanación y a una nueva posición más abierta y más amorosa se produce una transformación muy importante en el camino de tu vida: se abren las oportunidades, se nos acercan más las buenas personas, la alegría se plasma en nuestro rostro. Y a eso lo llamamos magia. La magia del cambio. El que haya visto la película "El Cambio" de Wayne Dyer sabrá por qué. Pero reconozco, por experiencia, que cambiar no es fácil. A veces nos creemos que estamos cambiando y no es así, o a veces no nos damos cuenta y estamos cambiando. Pero ¿cómo se hace eso de cambiar? No es necesario un ritual de luna llena, de solsticio o de equinoccio, tampoco hay que tomar ninguna pócima magistral hecha con la sabiduría de un druida. Las personas tenemos dos herramientas muy importante para eso: en primer término LA CONCIENCIA para darnos cuenta de lo que sucede en nuestra vida, y después LA VOLUNTAD para llevarlo a cabo. Cuando voluntad y conciencia trabajan juntas, algo mágico sucede en tu vida y es entonces cuando apreciamos los grandes tesoros de que disponemos y que nadie jamás nos podrá quitar.


La mejor medicina del mundo
está dentro de ti, en tu mente

Dalai Lama



Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281

domingo, 6 de diciembre de 2015

EL PODER DE LA VERDAD

Hace mucho tiempo, en la antigüedad, vivía un príncipe que, a pesar de su juventud, fue proclamado rey tras la muerte de su padre. La corte protocolaria le obligaba a casarse para poder reinar, pero él pidió elegir a su manera a la joven que se convertiría en su Reina. A petición del nuevo Rey, fueron convocadas todas las doncellas que quisieran optar a casarse. Allí se dieron cita marquesas, duquesas, hijas de políticos, doncellas de familias adineradas, alguna que otra princesa y también se permitió que alguna plebeya incluso aldeana pudiera ser candidata. El día de la convocatoria, el salón principal del castillo se llenó de chicas jóvenes con la esperanza de ser ellas las elegidas. Al llegar el rey al salón se hizo un gran silencio y éste les habló: -Como ya sabéis tengo que casarme para poder reinar, sois muchas pero solo una podrá reinar a mi lado. Mis ayudantes os entregarán una pequeña cajita cerrada. En ella se encuentra una semilla. Ahora os marcharéis a vuestras casas y tenéis un mes para plantarla y cuidarla. Quién consiga la planta más hermosa, esa será mi Reina-.
Todas las jóvenes marcharon con la idea de cuidar su planta. Pasado el plazo el Rey volvió a convocar a todas las doncellas. Cada una apareció con una planta a cual más hermosa: flores rojas, amarillas, hojas brillantes, plantas preciosas y muchas de una majestuosidad increíble. Cuando estaban a punto de cerrar las puertas del salón para que el Rey empezara a valorar el resultado de las plantas, llegó in-extremis una aldeana con las manos vacías. El Rey la observó y ordenó que pasara la primera para hablar con ella. La campesina muerta de miedo por el ridículo avanzó lentamente acompañada de un soldado de la corte. Al llegar a la tribuna el Rey le preguntó: -¿Dónde está tu planta?-
-No tengo planta -respondió tímidamente.
-¿Qué hiciste con la semilla que te entregué?
-La planté y la regué. Al ver que no salía el brote la cambié de tierra. La aboné y no salía el brote. La puse al sol y al aire pero tampoco. Ha sido inútil. No he sido capaz de hacer crecer una simple planta. No tengo planta.
El Rey se dirigió a toda la corte y dijo con una gran sonrisa: -¡Ya tengo una Reina!
La gente se extrañó, se miraban, cuchicheaban y luego el Rey prosiguió: -Las semillas que os di eran estériles así que no podían dar flores de ningún tipo ni nada. Ella ha sido la única persona capaz de ser sincera.

Aunque veamos a mucha gente llegar a puestos altos a base de mentiras, traiciones y triquiñuelas, nada nos llevará más alto que la sinceridad.



Las mentiras tienen las patas muy cortas

Dicho popular



Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281

viernes, 4 de diciembre de 2015

LA VALOR DE SER TÚ

Erase una vez un hombre joven que gozaba de una buena salud y una alegría que lo definía como persona. Le encantaba el deporte, cada día salía a correr y se estaba preparando para las pruebas que hace el equipo olímpico nacional. El deporte era su vida. Lo amaba más que a nada en el mundo. Un día cogió su moto para dirigirse a un entrenamiento y en una rotonda se le cruzó un vehículo que no respetó el "ceda el paso" y se lo llevó por delante. A pesar del golpe este hombre sobrevivió pero quedó en una silla de ruedas para siempre. Entró en un estado de depresión profunda y la vida empezó a carecer de sentido. La tristeza se apoderó de su alma incluso le cambió la cara. No era el mismo. Un día soleado se encontraba en la terraza de una cafetería cuando coincidió con un conocido, al que hacía tiempo que no veía. Se saludaron y ambos empezaron a hablar de sus cosas:
-Supe de tu accidente. Lo siento mucho.
-No sé qué hacer con mi vida. Todo me parece un completo sinsentido.
-¿No hay nada que hacer?
-No. He ido ya a muchos médicos y todos coinciden en lo mismo. No puedo correr, mi sueño en el equipo olímpico se ha desvanecido, esta era mi vida y ahora ya no me queda nada, es tan injusto, la vida es injusta.
Después de un rato de largos lamentos con alguna lágrima derramada por la emoción, al amigo de repente le cambió la cara. Lo miró y tomándolo del brazo le dijo: -No todo el mundo lo tiene todo, ni siquiera los ricos lo tienen todo. Siempre hay carencias del tipo que sea ¿Y si en lugar de quejarte y de añorar lo que no tienes, te centras y potencias lo que tienes? Busca en ti ya que seguro que, a pesar de estar en esa silla de ruedas, tienes algo que potenciar.
Se despidieron y aquella conversación acabó ahí. Un año después el azar quiso que se reencontraran en aquella misma cafetería. Se saludaron y el minusválido le dijo con alegría: -No sabes como ha cambiado mi vida.
-¿Qué ha sucedido?
-Después de nuestra conversación el año pasado recapacité y medité mucho. Seguí tu consejo, usé y potencié lo que tengo: mis brazos. Ahora llevo una buena trayectoria en natación, empecé a entrenar a niños parapléjicos y me han llamado del equipo paralímpico. Ahora mis lágrimas son de alegría.

Nos pasamos la vida quejándonos de las cosas que no tenemos: posibilidades, trabajo, dinero, cariño, propiedades y qué sé yo cuántas cosas más. Pero nos olvidamos de todo lo que tenemos, no le sacamos partido, lo acabamos arrinconando porque ya no nos parece útil y se acaba por deshacer.


No envidies lo que no eres ni lo que no tienes
Disfruta y potencia lo que sí tienes
Que es más de lo que te parece.

IGC


Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281

jueves, 3 de diciembre de 2015

DESTINO vs CAMINO

"Caminante son tus huellas el camino y nada más". Así empieza uno de los poemas más famosos de Antonio Machado, pero ¿qué quería decirnos el poeta? Es evidente ¿no? que el destino es algo que nos vamos construyendo paso a paso, que no estamos condicionados a un futuro del que dependemos, que no somos esclavos de nuestra circunstancia y sin embargo creemos lo contrario ¡qué triste! A veces nos vemos arrojados al pozo del destino sin la esperanza de salir, pero con la esperanza de que en ese pozo encontremos todo lo que nos satisface. Seamos realistas, al fin y al cabo es "un pozo". Cuando tenemos dos opciones en la vida algo nos lleva a escoger una y desechar la otra y entonces nuestra mente racional valora esa elección según lo que valga, según lo que me proporcione o según lo que más me convenga.

Muchas veces la opción que más nos conviene la podemos llegar a ver como la más diabólica, por lo tanto desecharla y llegar a un punto muy crítico. Este fue el caso de una persona que vino a mi consulta hace unos años, porque un miembro de su familia la maltrataba psicológicamente, la humillaba, la vejaba y la chantajeaba. Su vida era un infierno personal pero nunca movió un dedo porque era su responsabilidad. Por desgracia, y tras años de no saber nada de ella, supe por terceros que tuvo que ser ingresada en varias ocasiones en pabellones psiquiátricos por intentos de suicidio. 

Cuando alguien me pregunta: -tengo dos opciones ¿cuál escojo?-, yo siempre respondo lo mismo: -Haz el ejercicio, con los ojos cerrados, de visualizarte en ambas situaciones y escucha a tu corazón, él sabe lo qué es lo mejor para ti. Pero elige algo, nunca te quedes sin elección. Cuando elijo algo, si acierto me da satisfacción y si fallo me da experiencia; pero lo que no elijo me provoca siempre frustración.

Tenemos la misión de aprender a distinguir entre destino y camino. La diferencia es que en el destino soy ajeno a la responsabilidad que ello conlleva, mientras que en el camino soy yo quien decide cada paso que doy, hacia donde y con qué intensidad. O dicho de otra manera: el que vive en el destino es un "hijo de Dios", mientras que el que vive en el camino es un "adulto de Dios".


Hasta que el inconsciente no se haga consciente
El subconsciente seguirá dirigiendo tu vida
Y tú lo llamarás destino

Carl Gustav Jung (foto)


Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281

miércoles, 2 de diciembre de 2015

COMPLEJO DE CULPA

Hace unos días estaba yo en mi sofá viendo una serie de TV de la que me considero un buen seguidor. En esta serie, que se desarrolla en un instituto, se ve como un alumno increpa, ofende y se burla de un profesor por su obesidad. El profesor está preocupado porque sabe que el chico, a pesar de ser de muy buena pasta, algo le atormenta en su interior y la burla por la obesidad del profesor no es más que el espejo de una frustración del chico. Hay que decir que el chico es homosexual y no se atreve a salir del armario, cosa que parece (en la serie) provocarle ciertas conductas inadecuadas. Esta conducta es antinatural ya que muchas veces volcamos nuestras frustraciones sobre las debilidades de las otras personas, cosa que no solo es injusto sino que podría dar origen a una homofobia. Al final del capítulo el padre del chico, que también es profesor en el instituto, recibe una llamada de teléfono de que el profesor obeso ha muerto por un infarto repentino. El chico, al saber la noticia, se queda vacío y perplejo. A partir de aquí puede suceder cualquier cosa, aunque la más común es el complejo de culpa en su mayor esplendorosidad ya que ahora, sí, ahora, este chico ya no tendrá nunca más la oportunidad de decirle al profesor obeso "lo siento, se me fue la olla, no volverá a ocurrir". Ahora, la mochila se llena con una carga innecesaria y evitable, pero ya es tarde. A este chico le toca cargar con ella toda su vida con reacciones somáticas de cualquier tipo y posiblemente, a la edad de 40 años tendrá la necesidad de empezar un proceso terapéutico.

La culpa es un compañero que aparece desde la incosciencia. Los actos la delatan, pero si no sabemos detectarla a tiempo, ésta podría marcar a cuchillo trazas en nuestra alma, que ni las lágrimas podrían llegar a cicatrizar. La vida es efímera. Todo se resuelve desde el respeto al prójimo en el momento presente. 


Ama hoy, respeta hoy, abraza hoy
Ya que posiblemente mañana
no tendrás esa oportunidad

IGC



Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281