El mundo exterior es el reflejo de nuestro interior. Esto, que parece una verdad absoluta, tiene un sentido cuando nos adentramos en el mundo de la meditación y de los sueños. Cuando nuestro mundo interior se desmorona, nuestro mundo exterior pone en marcha un mecanismo para maquillar la realidad. Es lo que se conoce como "engañarse a uno mismo". Este mecanismo consigue dibujar una visión de lo que me rodea con más vida, con más color, con esperanza incluso con un cierto valor; luego, por la noche nos vamos a dormir y en los sueños aparecen escenas deprimentes, oscuras, animales que dan miedo, edificios derruidos, nubes muy densas y todo un sinfín de simbología que nos muestran la verdadera cara del estado de nuestro ser. Reconocer que mi vida es un desastre puede representar un verdadero reto, ya que a nadie le gusta mostrar sus miserias personales. Pero vamos a darle la vuelta a toda esta película que se titula "Mis Miserias". En esos mismos sueños en los que aparecen esas escenas deprimentes, oscuras, animales que dan miedo, edificios derruidos, etc. siempre hay algún ingrediente que te da una clave importante. Esa clave es la que tenemos que explotar para darle la vuelta a todo. En un sueño que tuvo una persona que conozco me decía, que en su sueño aparecía una anaconda con una cabeza enorme, animal al que teme por sus cualidades salvajes. Trabajando con la simbología de esa anaconda conseguimos que viera la solución a sus "miserables problemas" de la vida. Todo un reto que además le sirvió para conocerse aún mejor.
La solución es como mi nariz,
se encuentra tan cerca de mi
que apenas la vemos con los ojos.
IGC
Ilde García
Psicoterapeuta
y profesor de taichí
T. 628 704
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