El ombligo, esa parte de nuestro cuerpo que, a priori, tiene importancia cero, es un misterio su función. Sí, ya sabemos que es la cicatriz del cordón umbilical que nos lo cortan al nacer pero hay mucho más, no es solo un punto central de nuestro cuerpo. El ombligo la clave de muchas cosas, es una gran respuesta a muchas incógnitas: según el Zen el ombligo es el punto de conexión con el alma, según el Taoísmo el ombligo es la puerta de Dan Tien, caldero donde se aloja el Chi (la energía). Hay meditaciones taoístas en las que la energía asciende desde lo más profundo de la Tierra, sube por las piernas y llega hasta Dan Tien. En esta visualización se logra unir el centro de la Tierra con el centro del Hombre, con la finalidad de alcanzar la conexión total con la Naturaleza, de esta manera nos hacemos UNO con todo el planeta. En el Zen el meditador lleva toda su atención al ombligo para lograr la conexión con el alma y así entrar en conexión con el Universo y la existencia. En algunas meditaciones hindúes la concentración sobre el segundo chacra (2 dedos por debajo del ombligo) es muy importante para trabajar los aspectos más instintivos de la persona, la conexión con la Tierra, el YO, los aspectos más humanos y las funciones básicas.
Al nacer nos cortan el cordón umbilical para separarnos físicamente de la madre y poder así empezar a desarrollarnos como individuos, el UNO conmigo mismo. Pero también nos separamos del alma de la madre, hasta ahora unidas. Quizás sea este el motivo, por el que la persona tiene la necesidad de buscar a través de la naturaleza la propia alma. La búsqueda del sentido de la vida, el ser. Después de la madre familiar está la Madre naturaleza, la Madre de todas las cosas y seres de la Tierra y como tal tiene una estrecha conexión con cada uno de nosotros. Los animales y las plantas son unos expertos ya que constantemente están en plena conexión con la Madre: conocen los peligros, los riesgos, distinguen a sus seres cercanos a kilómetros de distancia por sus sonidos, saben donde anidar y donde no, intuyen las situaciones difíciles y a sus depredadores, ven en la oscuridad, oyen lo que no se oye, huelen lo que no huele y tienen una respuesta para cada cosa.
Te recomiendo una meditación muy sencilla que consiste en sentarse de una manera cómoda, imaginarte que de tu ombligo sale un hilo de luz hasta el centro de la Tierra y déjate llevar, a través de tu respiración, por las sensaciones que eso conlleva. Es posible que al principio no notes nada, cosa normal, pero tu alma se está preparando para hacer esa conexión con la Naturaleza, aunque no te des cuenta. Es mejor meditar 10 minutos diarios que 1 hora un día suelto. La práctica constante hace que las cosas se aprendan mejor.
Todo lo que necesito está en mi mente
A través de la meditación accedemos
a la medicina que se haya en nuestra mente.
Dalai Lama
Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281
e-mail: ildegarciachica@gmail.com
Blog:
http://lamiradadelalechuza.blogspot.com.es