El liderazgo puede ser tanto una tradición ancestral anclada en el subconsciente del individuo como algo enfermizo. Desde tiempos remotos, incluso antes de la humanidad, las especies han tenido en sus grupos la figura de un líder. El líder tenía y tiene una función muy importante en la manada: la de proteger, guiar y asegurarse de que el grupo sobrevive a las circunstancias, aunque también goza de ciertos privilegios como ser el primero en comer o en elegir a la pareja que desea. Pasa el tiempo y con la aparición de la humanidad todo es más de lo mismo salvo por una diferencia, que el ser humano trae consigo un pequeño enemigo: el ego. Este simple pero letal enemigo hace que el líder extralimite sus funciones y, las cualidades constructivas de liderazgo de las especies, se transforme en manipulación y abuso.
Cuando el líder es una persona de una gran fuerza interior, empatía y conciencia el liderazgo se convierte en algo positivo, constructivo y bueno para el grupo y también para él, pero cuando el líder es miedoso, temeroso, débil interiormente y con ciertas carencias psicológicas aparece la manipulación, el abuso, el individuo tiende a sacar provecho propio y eso siempre es malo para el grupo.
Pero la pregunta que nos hacemos es ¿Por qué hay individuos que anhelan el liderazgo? ¿Qué hay en esos individuos que necesitan erigirse por encima de los demás? Cuando tiramos del hilo en el análisis de un líder, de los malos, observamos a un individuo con un gran poder de seducción pero con muchas carencias afectivas de base, lo que le lleva a sentirse realizado con las personas que lo siguen. Supongo que este es otro de los grandes retos de la humanidad, soltar el liderazgo y que las personas aprendan a caminar libremente por los infinitos senderos de la vida.
La espada en manos del sabio
nos conduce a la gloria
pero en manos del necio
nos lleva al infierno
Dicho oriental
Ilde García
Psicoterapeuta y profesor de taichí
T. 628 704 281
e-mail: ildegarciachica@gmail.com
Blog:
http://lamiradadelalechuza.blogspot.com.es
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